21.10.12

Educar o el arte de multiplicar oportunidades para aprender

García Márquez nos cuenta el drama del suicida desencantado, que a medida que caía desde el décimo piso y descubría a través de las ventanas del edificio la intimidad de sus vecinos, sus pequeñas tragedias, amores e instantes de felicidad, cambiaba por completo su visión del mundo, recapacitando –demasiado tarde- en el valor de la vida. A esa irreversible velocidad transcurren cuando menos doce años de escolaridad, sin que los maestros reparemos a tiempo en el valor formativo de la experiencia institucional al interior de las escuelas ni de la vida social de nuestros estudiantes en su propia localidad. Cuando menos se piensa, los muchachos se van y las oportunidades perdidas para hacer que los vientos de esa influencia puedan soplar a favor, no tienen vuelta atrás... Leer más

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